lunes, 16 de mayo de 2011

Tipos de COMUNICACIÓN - La Asertividad

Rafael es un hombre casado en torno a los 40 años. Tiene una mujer y una niña de 10 años a las cuales les tiene un cariño enorme. Rafael a día de hoy no trabaja, es estudiante de una ingeniería y además hace varios cursos que nada tienen que ver con la carrera. En estos cursos colabora y trabaja en equipo. El problema de Rafael es que no consigue comunicar con efectividad lo que tiene en su cabeza. Refleja dudas y miedo cuando quiere transmitir sus ideas al equipo. Estas dudas vienen vinculadas a su miedo a no ser aceptado por el grupo. Muchas veces en pleno debate de cómo llevar a cabo una futura exposición oral de un material, cuando colabora comenta su idea, pero cuando se le rebate nunca la defiende y cuando lo hace, titubea y se menosprecia a sí mismo. Acaba considerando sus ideas peores que las demás, y dándole mucho más valor del verdadero a las que los demás ofrecen. Además, no quiere ofender a nadie rebatiendo lo que éstos dicen.

Adrián en cambio es todo lo contrario. Es un estudiante de último curso de su carrera, tiene 26 años y su meta en la vida es ser alguien importante. Opina que lleva razón siempre en todos sus comentarios y en todos sus pensamientos. Él cree saber de todo y lo exterioriza sin dar opción a rebatirle. Es muy agresivo en el trato comunicativo con los demás. Obvia los comentarios que puedan hacer los demás sobre algo que ha opinado él previamente y en muchas ocasiones trata con desprecio a toda esta gente.
Su forma de entender cómo funcionan las cosas, es la válida para él. No acepta otra cosa que no sea esa.

Maria Teresa era una experta en comunicación. De manera innata siempre había transmitido bien sus ideas, sus pensamientos y sus sentimientos. Aún así el hecho de estudiar temas relacionados directamente con la comunicación y ejercer como experta en comunicación, le habían dado ciertas dotes asertivas. Cuando transmitía su mensaje lo hacía de manera efectiva y directa. Parecía siempre estar muy segura de sí misma, pero aún así cuando alguien le rebatía alguna idea, era la primera en escuchar e intentar aprovechar todo lo que aquella persona tenía que decirle. La verdad es que daba gusto escucharla hablar porque sus palabras nacían de una seguridad en sí misma tan grande, que acababa convenciendo a todos sus oyentes.


Vistas estas tres historias cada uno más o menos puede situarse en una de ellas. Hay algunos que son más pasivos, que evitan el enfrentamiento directo, llegan a menospreciar sus propios pensamientos y dar mayor valor a los del prójimo, como le sucedía a Rafael. Otros son mucho más agresivos como Adrián, donde sus ideas son irrebatibles e incluso llegan a despreciar a los demás.
Existe también un tipo de comunicación que podría ser una mezcla entre Rafael y Adrián. Esta comunicación sería la de aquellas personas que no asumen la necesidad de hacer valer sus derechos, pero que tampoco se muestran receptivos hacia los de los demás.

En el artículo de hoy quería hablaros sobre la asertividad. El ejemplo claro de una persona asertiva es el de Maria Teresa. Una persona que en su comunicación diaria está completamente abierta a las opiniones de los demás, pero que expresa las suyas con mucha confianza en sí misma y dándoles la misma importancia a unas y a otras.
Al fin y al cabo la asertividad permite decir lo que uno piensa y actuar en consecuencia, haciendo lo que se considera más apropiado para uno mismo, defendiendo los propios derechos, intereses o necesidades sin agredir u ofender a nadie, ni permitir ser agredido u ofendido y evitando situaciones que causen ansiedad.

Una persona asertiva tiene la capacidad de frenar a aquellas personas que le atacan agresivamente de una manera verbal. Además es un buen gestor de sus emociones, canaliza la ira, tolera las opiniones del resto y se encuentra muy seguro de sí mismo. Es por ello que la importancia de ser una persona más asertiva, haga que escriba hoy sobre este tema, ya que la asertividad impide que seamos manipulados por los demás en cualquier aspecto y eso determina la conservación o el aumento de nuestra autoestima. Además nos permite con el tiempo valorar mucho más a los demás y lo que éstos dicen.

Así pues fijaos en vuestro día a día, localizaros en el grupo de los que hemos comentado al que pertenezcáis. Si eres una persona pasiva, lucha por tus derechos, tus opiniones, ideas y pensamientos. No tengas miedo al qué dirán o a la integración social. Erróneamente pensamos que por expresar nuestras ideas podemos ofender a alguien o que se nos deje de valorar, cuando realmente es justo lo contrario, cuanto más participativo se es, más seguro de sí mismo uno está y siempre con respeto a los demás, la imagen que se proyecta y la aceptación social es mucho mayor.

Si te encuentras en el grupo de la gente agresiva, ten en cuenta que por norma general podrás irte a casa con la sensación de haber impuesto tus ideas, pero que realmente lo único que has impuesto ha sido temor y desconfianza. Debes practicar la escucha. Escuchar las opiniones de los demás no sólo va a ser un tema de educación y respeto, escuchar a los demás puede potenciar tus habilidades, tus ideas, puede fomentar el desarrollo de nuevos pensamientos que ayuden a los que tu ya tenías. Al fin y al cabo te convierten en mejor persona.

Y si eres Maria Teresa y sabes mucho de comunicación y eres muy asertivo, siempre se puede serlo más. Es muy difícil lograr un grado de asertividad tal, que todos los conflictos y disputas que aparezcan se resuelvan de la manera más satisfactoria para todas las partes. Así que no te duermas en los laureles.


Pues ya hemos visto un aspecto básico de la comunicación. Tengamos en cuenta la importancia de la asertividad en nuestro crecimiento personal.

Después de leer esto, ¿qué tipo de comunicación empleas tú?


miércoles, 11 de mayo de 2011

Coaching en situaciones de estrés

Como sabéis, el estrés muchas veces suprime el pensamiento lógico y racional, incluso a veces haciéndonos sentir pánico. Con el artículo de hoy vamos a aprender a decirnos preguntas poderosas en situaciones en las que estamos muy estresados y bloqueados.

Así pues esta vez vamos a ser nuestros propios Coach y de esta manera la próxima vez que entremos en un estado de estrés encontraremos más opciones y con mayor facilidad. Voy a publicaros una serie de actuaciones que he extraído de un libro, con su correspondiente pregunta poderosa para que nos ayude a distanciarnos del pánico y para que lo podamos analizar en perspectiva. 

Revisa tus valores, tu visión y tu propósito: hay que dedicarle el tiempo que haga falta a obtener una visión clara de nuestra vida y hay que cuantificar cada decisión que tomemos en relación a la visión que tengamos.
La pregunta poderosa sería ¿Qué quiero ahora en mi vida?

2º Comprende que el cambio de circunstancias puede modificar tus propósitos, así como también los pasos que has de dar para conseguirlos: hay que aceptar que los periodos de estrés ocurren y hay que permitirse hacer los ajustes necesarios
La pregunta poderosa sería ¿En qué puedo ser más flexible ahora?

3º Pregúntate qué puedes dejar de lado
La pregunta poderosa sería ¿Qué interfiere con mis principales intereses?

4º Toma decisiones que aumenten tu autoestima
Pregunta poderosa ¿Cómo me fortalece esta decisión?

5º Sé consciente de que afrontarás situaciones que no puedes cambiar, gente a la cual no puedes ayudar y resultados que no puedes alcanzar. Pero en cambio, podrás ganar otras muchas batallas. 
Pregúntate ¿Qué puedo aceptar con decorosa humildad?

6º Aprovecha la ayuda de personas bienintencionadas. No permitas que tu ego se interponga en el camino de aunar esfuerzos con tus mejores aliados.
Pregúntate ¿Quien me puede apoyar, estimular o inspirar?

7º Ten siempre uno, dos o tres planes alternativos. Adquiere la costumbre de reflexionar sobre tus planes de contingencia para las áreas fundamentales de tu vida o para las situaciones realmente estresantes.
Pregunta ¿Cuáles son mis alternativas? ¿Qué más puedo hacer?

lunes, 2 de mayo de 2011

El Miedo (capítulo 3 - Umbral de tolerancia)

De vuelta de mi viaje a China y de unas largas vacaciones, retomo el blog con el mismo ánimo e interés que siempre. Me gustaría continuar con la saga del miedo, ya que desde que me he centrado últimamente en escribir sobre él, me han llegado más personas interesadas y preocupadas por saber cómo gestionar esa ansiedad y ese miedo, muchas veces aparentemente absurdo e irracional. Así que después de haber escrito el Capítulo 1 y el Capítulo 2 sobre el miedo, vamos con la 3ª parte.

Por norma general en muchas ocasiones nuestro rival interno no nos permite controlar nuestra mente, lo que da lugar a que empecemos a crear pensamientos que no deseamos en absoluto. Si el rival interno dice "PARA" generalmente lo hacemos, si dice "no lo intentes porque fracasarás", no lo intentamos y en consecuencia fracasamos. El cerebro tiene un interruptor, que tiene un umbral de tolerancia muy bajo, al mínimo estrés o pánico el cerebro se inhibe y nos deja muy lejos del objetivo que estábamos intentando. Hay una frase que dice "la mayoría de gente se va a la tumba sin haber puesto a prueba sus mejores habilidades". Es por culpa de esto. Vivimos en una sociedad tan "suave" en su forma de hacer las cosas, que al mínimo atisbo de pánico o estrés tiramos la toalla. 

Si queremos lograr éxito en nuestra vida debemos subir ese umbral de tolerancia del interruptor. Algunas personas lo tienen más alto que otras, cada persona es un mundo. Esto se logra ampliando gradualmente nuestros límites hasta llegar a nuestra plena capacidad.

¿Qué sucede cuando superas ese umbral de tolerancia? ... DOLOR! mucho dolor! 
Es imposible superar ese umbral o tirarlo abajo sin haber luchado una épica batalla contra nuestra propia mente. 

Resumiendo, cuando sientas miedo, reconócelo como reacción natural de tu cuerpo ante un conflicto, acepta su presencia con toda la calma del mundo, sin pánico, contrarresta o neutraliza todos tus pensamientos negativos. 

Por experiencia propia os puedo decir que el dolor, el miedo, la autoestima baja y el rival interno atacarán juntos o por separado, pero atacan. Cuando lo hacen juntos a veces la situación es realmente complicada de sobrellevar. Te atacan tus puntos más débiles para que abandones. Pero vencer a estos elementos te hace cada vez más fuerte y no sólo hace que tu umbral de tolerancia suba, sino que forja en ti una personalidad y una autoestima mucho mayor.

Hace un par de semanas viajé a China para enfrentarme cara a cara con mi rival interno (aparte de visitar la muralla china ;) ), los que me conocéis personalmente sabéis por qué, los que no, os diré que el desencadenamiento de mi transtorno de ansiedad y mi posterior interés por el mundo de la psicológica, coaching, desarrollo personal etc, viene determinando por una experiencia traumática que viví en China en 2007. Así que al regresar, lo primero que hice fue mandarle un email a la psicóloga que me ayudó durante unos años, con unas fotos de mi estancia allí y con un email agradeciéndole todo lo que había hecho por mí.
Releyendo ese email, me di cuenta de que le escribía como si fuese un capitán general, como si la vida fuese perfecta y maravillosa, como cuando tienes la autoestima tan alta que te comes el mundo. ¿Sabéis por qué?

Por que enfrentarme a todos mis miedos, sufrir todo lo insufrible, agotamiento, dolor, pánico, mi rival interno machacándome a base de bien..., aún con todo eso gané la batalla y no sólo he subido mi umbral bien alto, sino que ahora mismo me como el mundo. 

Lo que quiero trasmitir es que cuanto más te enfrentes a tus miedos, más desensibilizado estarás a ellos y más fácil te será controlarlo y utilizarlo en tu provecho. Una de las cosas que le escribí a mi psicóloga fue : "¿recuerdas cuando te decía que la ansiedad había acabado con mi vida?, pues a día de hoy puedo decirte que doy gracias de haber tenido que vivir con ella" 
La ansiedad y el miedo me han hecho más fuerte de lo que era antes de que me pasase nada.

Pero como a la mayoría me queda muchísimo camino por recorrer. El objetivo final es la fortaleza mental tal, que cualquier cosa que la vida te interponga en tu camino sea un mero reto, de cuya aceptación ya no serás reacio y nada te parecerá que está por encima de tu capacidad mental.