domingo, 18 de diciembre de 2011

Psicología del emprendimiento

Antes de comenzar mi artículo, me gustaría pedir disculpas a mis lectores por haber estado algunos meses sin escribir. Ha sido una época de mucho trabajo y emprendiendo nuevos proyectos.

En el blog hemos hablado numerosas veces del proceso de cambio y de su importancia. Pues bien, en mi caso este proceso de cambio ha sido continuo, pero últimamente se ha desarrollado a una velocidad increible. Es por esto que he detectado la necesidad de escribir sobre las facetas psicoemocionales que nos afectan directamente cuando emprendemos nuevos proyectos.

Como sabéis, ahora en España está muy de moda hablar de innovación, emprendedores, creación de empresas, gestión del conocimiento... . En definitiva todo el mundo acaba llegando a una misma conclusión,  se habla mucho pero se hace poco. Infinidad de personas se llenan la boca con las palabras que hemos mencionado, ya que están de moda y en auge, pero el número total de personas que realmente saben lo que es la innovación, saben lo que es emprender y se lanzan a crear nuevas empresas o proyectos, es extremadamente bajo.

¿Por qué? ¿Por qué tanta gente habla de emprender y tan poca gente emprende?

Emprender no es fácil, conlleva una gestión emocional casi perfecta. Para ser emprendedor uno debe controlar sus emociones, ya que éstas en la mayoría de las situaciones en las que el emprendedor se va a ver inmerso, son las que van a determinar su éxito.

Factores importantes del proceso de cambio de un emprendedor:

- Capacidad de sobreponerse a contratiempos. En la fase más temprana del proyecto que se quiere llevar a cabo, el emprendedor experimenta lo que llamaremos  inconsciencia, es cuando él o ella pensaba que las cosas irían por el camino que había trazado y se da cuenta que lo que va aconteciendo no es lo que esperaba. Va recibiendo golpes por un lado o por otro y sólo el que verdaderamente tiene la capacidad de sobreponerse y seguir adelante es el que lo consigue. En esta etapa, el no control emocional deja a la inmensa mayoría de gente que intenta emprender, fuera de juego. La ira, venganza, odio y miedo, son las emociones  que aparecen en esta fase y son las que te hacen salirte del objetivo y cometer errores sin vuelta atrás.

- Gestión de la presión. Es muy común que en el proceso de emprendimiento se asuman muchas responsabilidades y en la mayoría de casos, esas nuevas responsabilidades son infinitamente mayores a las que se han asumido con anterioridad. Cuando hay dinero por medio, un equipo humano y sobre todo tienes en tu mano el futuro de terceros, se alcanzan niveles de presión muy altos, donde se necesita una buena gestión emocional para no estallar. En esta etapa, otros muchos emprendedores caen. Las emociones más frecuentes la culpabilidad y el miedo.

- Control del éxito. Así como hablamos de la facilidad de caída de un emprendedor por motivos asociados a golpes de mala suerte y problemáticas, también es casi igual de importante saber gestionar las emociones que uno siente al tener éxito. El éxito ha acabado con grandes proyectos y con grandes personas y su denominador común siempre ha sido no saber gestionarlo. El éxito aporta un toque de motivación muy grande, además de nutrir de recursos el proyecto que llevas a cabo, pero también trae consigo emociones tan fuertes que tienen la capacidad de sacarte de la realidad. A esto hay que añadirle, que el éxito atrae a personas indeseables, pequeñas sanguijuelas que van absorviéndote y quitándote todo lo que pillan a su paso. Por lo que esta etapa es una de las más importantes y donde la gestión emocional puede marcar también el punto de inflexión.

- El FRACASO. El fracaso forma parte de más del 75% de proyectos que se llevan a cabo por primera vez. Parece un dato suficientemente alarmante como para no emprender, pero nada más lejos de la realidad. Los siguientes proyectos del porcentaje que no tira la toalla después de su fracaso tiene en su gran mayoría éxito. Esto nos indica el proceso de aprendizaje tan sumamente alto que se experimenta con el fracaso. La concepción del fracaso en nuestra cultura está cambiando, muy lentamente, pero vamos consiguiendo comprender las efectos positivos de éste. Así que además de comprender antes de emprender, que el fracaso es puro aprendizaje, también debemos ser capaces de controlar nuestras emociones cuando se da este suceso. No es para nada fácil y forma parte del motivo por el cual después de un fracaso las personas dejan de intentarlo de nuevo.

En resumen, emprender cada día suena más atractivo para mucha gente y sobre todo muchos jóvenes que ven su futuro laboral muy complicado. Pero incluso antes de encontrar una buena idea u oportunidad, es casi más importante conocerse a uno mismo y saber hasta qué punto es capaz de soportar y aceptar la dureza de lo negativo y la dureza de lo positivo y sobre todo ser un buen gestor de sus emociones.