martes, 29 de marzo de 2011

El Miedo (capítulo 2 - Sé honesto, miedica!)

En el anterior artículo sobre el miedo, El Miedo (capítulo 1 - ACEPTACIÓN) , vimos la importancia que tiene aceptar que los miedos aparecen y que la única manera de que no aparezcan es precisamente aceptar que deben aparecer. 

En el capítulo de hoy vamos a ver con naturalidad más aspectos del miedo. 

Para empezar es muy importante ser honestos con nosotros mismos y reconocer nuestros miedos. Muchas personas nunca superan sus miedos porque no se atreven a admitirlos. Se sienten incómodas e incluso avergonzadas admitiéndolo y que los demás puedan pensar que es una persona débil.
Hace no mucho tiempo escuché a mi abuela decirle por teléfono a una amiga suya, "es que Jaime es muy miedoso y por eso no va al hospital a ver a su tía Amparo". En el momento que lo escuché es cierto que sentí cierta vergüenza ya que la imagen que parecía proyectar sobre mí era de un "cagao" un "miedica". Realmente no había ido a ver a la señora de 84 años porque estaba en periodo de exámenes y quería esperar a tener un día con más tiempo, pero mi abuela ha vivido mis procesos de ansiedad desde hace tiempo lo cual le ha proyectado una imagen de mí de ser miedoso a ciertos temas.

Aunque es cierto que no me apasionan los hospitales, por supuesto fui a ver a mi tía. Al principio me generaba cierta ansiedad, acepté que tenía que estar allí y una vez en la habitación con ella me dije "ves como no es para tanto". De todo lo que había anticipado de miedos irracionales no había sucedido nada.

Lo que quiero decir con esta historia es que no hay que avergonzarse de que unas cosas nos generen más miedo que a otras personas. En mi caso, a mí no me genera miedo pelear entrenando con un tío que me duplica en tamaño, pero a otras personas sí.
Realmente todos tenemos miedos, hasta cualquier valiente caballero que peleó y se hizo un héroe en tiempos pasados tenía miedo. La diferencia es la gestión de ese miedo. El caballero acepta que va a pasar miedo, e incluso en vez de miedo le llama "estar preparado" (gracias Aida), y se ayuda de éste para vencer.

La persona realmente fuerte es la que es honesta consigo misma. Lo digo por propia experiencia, yo me he estado engañando durante años. Sentir miedo es natural, como sentir hambre o sed, y nunca he visto a nadie sintiendo vergüenza de tener hambre o sed.

Todos conocemos personas que dicen no tener miedo a nada y finalmente resulta que o estaban confundidas o eran unas mentirosas redomadas. Decir que no sientes miedo es como decir que no sientes hambre, amor u odio. Todo el mundo experimenta emociones y el miedo es de las más fuertes y primitivas.
El miedo surge ante la perspectiva de un conflicto o peligro, es un mecanismo de defensa natural que nos ayuda a sobrevivir en situaciones de vida o muerte. El problema esque el cerebro no sabe diferenciar las distintas clases de enfrentamiento. Si presentimos un peligro tangible (una pelea callejera para defenderte de un atracador), nuestro cerebro segrega adrenalina para optimizar la reacción. Si presentimos un peligro intangible, como un examen de la universidad, una charla en público, donde no es posible un forcejeo físico, el cerebro actúa de la misma forma.

Cuando empecé a entrenar en el mundo de las artes marciales, me convencía a mí mismo de que no tenía ningún miedo a mis adversarios y que lo único que me interesaba era coger nivel suficiente para que mi maestro me dejase competir contra ellos. Realmente lo que me pasaba era que el mero pensamiento de que tenia que pelear muy duro contra ellos me causaba angustia, lo cual hacía que segregase adrenalina poco a poco durante la semana, semanas e incluso meses que estuve preparándome. Esta anticipación tan prolongada se traducía en noches en vela y una reducción de mi apetito. En esas condiciones perdía peso y entraba en un proceso depresivo. Me veía inmerso en una espiral descendente, el hecho de no poder dormir y no poder comer tenía que ser porque estaba realmente mal. Al tener tan bajas las defensas mi rival interno, el que constantemente me genera miedos, iba cogiendo más fuerza. Con el tiempo llegué a estar tan harto que estuve apunto de llamar a mi maestro y decirle excusas tontas para no tener que pelear.

Posiblemente muchos de vosotros os estéis sintiendo identificados, ¿cuántas veces la angustia provocada por un futuro enfrentamiento te ha hecho eludir ciertas situaciones y te ha hecho fabricar una excusa para justificar tu ausencia?

El reconocimiento de tus temores es el primer y más importante paso para superar tu miedo. Si no eres honesto contigo mismo, no podrás subir ni si quiera el primer escalón de tu camino al éxito, ni tampoco permanecer en él.


Sé que no es fácil. Si lo fuese todo el mundo sería cinturón negro de Kung fú, tendría un cochazo, un puesto de trabajo de ensueño y viviría con una pareja perfecta. Pero el camino para conseguir nuestros objetivos radica en ser honestos y reconocer los miedos que tenemos, para así poder vencerlos.

sábado, 19 de marzo de 2011

El Miedo (capítulo 1 - ACEPTACIÓN)

Durante estos últimos años me he ido involuntariamente haciendo experto en el miedo. 

En este blog ya se ha hablado de la ansiedad en varias ocasiones y la verdad que antes de crear el blog sobre una temática generalizada en aspectos de desarrollo personal y coaching, pensé en escribir únicamente sobre el miedo. ¿Por qué? 

Pues probablemente porque mi desarrollo personal ha sido frenado en gran parte por el miedo y la ansiedad. Como he dicho al principio, involuntariamente me he hecho un experto y lo digo humildemente. He sufrido mucho durante años y he hecho sufrir mucho también. Por tanto, para mi desarrollo como persona es fundamental transmitir mis conocimientos y experiencias sobre el miedo al mayor número de personas, para así intentar que la gente quite ese freno que tienen puesto a sus vidas. Así pues escribiré sobre el miedo en una serie de artículos, para enseñar de forma práctica a vosotros, mis lectores, no sólo conocer lo que es el miedo sino entenderlo y posteriormente controlarlo. Quiero que aprendamos a utilizarlo como nuestro aliado.

Todos sabemos lo que es el miedo más o menos, pero coloquialmente se podría decir que es cuando el cerebro tiene una sensación de peligro y ordena que el cuerpo segregue adrenalina (una hormona que nos ayuda en nuestras acciones de lucha o huída). Esta desagradable e intensa emoción nos produce una especie de paralización por terror. Esta paralización a veces puede ser debida al pánico y el pánico no es más que cuando nuestro cuerpo segrega toda esa adrenalina, pero no se utiliza. El cuerpo se inunda de adrenalina y nos quedamos desconcertados y paralizados.

¿Qué podemos hacer cuando esto sucede? Podemos controlar la adrenalina respirando profunda y controladamente por la nariz, esto activa el sistema nervioso parasimpático y ralentiza la segregación de la hormona. Es importante también saber que no es malo estar atemorizado y que el miedo es algo completamente natural.
Como escribí en el artículo de Ansiedad - Respuesta Prehistórica , en tiempos primitivos el miedo era algo cotidiano como comer o beber, te preparaba para luchar o correr. Pero en el siglo XXI ese miedo ya no forma parte de nuestro día a día. Así que cuando se presenta una situación en la que fluye adrenalina, ni la acogemos bien, ni la utilizamos, ni nos gusta, y eso es porque a diferencia de nuestros antepasados, no estamos familiarizados con ella.

Cuando la adrenalina permanece en nuestro cuerpo inutilizada, se convierte seguidamente en una olla a presión que cuando explota afecta a otros aspectos de nuestra vida. Por ejemplo se traduce en agresividad. Si esa adrenalina no la arrojamos hacia fuera, se convierte en ansiedad y puede desembocar fácilmente en depresión (recomen. Ansiedad - Camino a la Depresión).
 El sentimiento de miedo nos causa temor, el propio hecho de sentirnos temorosos produce más adrenalina y por tanto más miedo.

La primera vez que experimentamos un miedo abrumador por una experiencia vivida, luego tenemos un temor enorme de que suceda de nuevo. Este temor se convierte en un terror en toda regla y lo normal esque terminemos más temerosos de los sentimientos y síntomas que notamos relacionados con el miedo, que el propio miedo en sí. Para combatir esto es fundamental que nos metamos en la cabeza la idea de que los sentimientos de por sí NO PUEDEN HACERNOS DAÑO.
Sí, lo sé , son muy molestos pero deben aceptarse y no ser combatidos. La aceptación es el primer paso.

Si tú te dices a tí mismo una y otra vez, que aceptas los sentimientos y que aunque los sigas teniendo los seguirás aceptando, le estarás poniendo muy difícil a tu mente que te chantajee con amenazas de miedo. Acepta los sentimientos de temor, deja que pasen por tu mente, examínalos e incluso pide más. Sé que puede sonar muy absurdo pero es la única forma de combatir los ataques de ansiedad.

Estimados lectores, la única manera de que el miedo desaparezca es aceptándolo y pidiendo más. Cuando reconoces que puedes vivir con esos sentimientos, es precisamente en ese instante cuando desaparecen.

Desafía al miedo en cuanto aparezca, pide más.

Mucha paciencia, sé que no es fácil, pero enfrentarse al miedo de cara y aceptándolo como algo normal es la única manera de aprender a controlarlo y a utilizarlo como nuestro aliado.


jueves, 10 de marzo de 2011

Gestión de la Soledad

Rafael era un chico muy activo y conocido por todos. Irradiaba felicidad y esbozaba siempre una sonrisa al hablar con él. Ya en el colegio dejaba entrever su gran capacidad a la hora de hacer amigos, y en el instituto fue uno de los chicos más populares. Gozaba de un gran número de amigos, gente que habría dado por todo por él y que le tenían mucha estima. 
En vacaciones no paraba un minuto quieto, desde pequeño hacía siempre lo mismo. Salía con sus amigos de la urbanización donde veraneaba su familia, y volvía a la hora prefijada con sus padres. Al despertar salía de nuevo con sus amigos y rara era la vez que pasaba por casa a comer. 

Con los años esta forma de actuar siguió siendo igual. Le encantaba estar rodeado de sus amigos. Se echó una novia con 16 años de su grupo de amigos, pero siempre que salían lo hacía con el resto del grupo. 
Cuando Rafael pasó la adolescencia y entró en la juventud, empezó a ver cómo sus amigos se echaban novia (él había dejado de tenerla), o se iban al extranjero a estudiar. Además, muchos de éstos amigos jugaban con el ordenador o la videoconsola, cosa que a Rafael no le gustaba en absoluto. Así pues, había tardes que las pasaba completamente sólo. Cuando acababa la tarde, Rafael estaba ansioso por salir de casa, su familia se solía ir al chalet de la urbanización todo el fin de semana y él intentaba encontrar algún plan con cualquiera de esos amigos que aún quedaban disponibles. Algunas veces lo conseguía, pero los días que no era posible, por las noches pasaba una ansiedad enorme. Se sentía atrapado en casa y el no disponer de la compañía de nadie le agobiaba cada vez más. No sabía estar sólo. 


La historia descrita hace referencia a un chico muy sociable desde su infancia, que había aprendido a compartirlo todo con sus amigos, a vivirlo todo con su gente, pero que con el tiempo se había convertido en un auténtico inútil a la hora de vivir solo. El tema del que me gustaría hablar hoy, es bastante controvertido y se pueden escuchar opiniones de todo tipo pero yo quiero reflejar la mía.

Creo que socializarse es fundamental para conseguir la inmesa mayoría de los objetivos que queremos lograr en la vida, es más, creo que hay que tener una vida social activa y mantener amistades saludables durante toda ésta.
Aún así creo que hay un aspecto del que no oigo hablar nunca y que cuando lo escucho siempre es negativo, y creo que es fundamental saber gestionar. Ese aspecto es la Soledad. Si escribes "soledad" en google imágenes, las imágenes que aparecen son en su totalidad tristes.

Entiendo que la soledad se puede entender de muchas formas. La soledad que sufre un anciano cuando es ignorado por su familia es triste. La soledad que sufre una persona aún estando rodeada de gente, es verdaderamente triste. La soledad que vivía Rafael en su casa cuando ninguno de sus amigos podía quedar, da pena ¿verdad?

Pues bien, bajo mi punto de vista creo que el sentimiento de soledad de esos casos viene determinado en cierta manera de su pésima gestión. No sabemos estar solos, no se nos ha programado para ello, se nos ha programado para vivir en comunidad.
El anciano puede dejar de vivir esa soledad si sabe gestionarla, otro caso es que haya otras emociones como la ira hacia su abandono que no le permitan salir fácilmente de esa situación. Pero en todos los casos si nos conociésemos perfectamente a nosotros mismos, sabríamos disfrutar de esa soledad.

Aprender a vivir solos es fundamental para alcanzar el éxito que buscamos en nuestras vidas y nuestro objetivo primordial, la felicidad. Nos afecta en todos los aspectos. Por ejemplo la gente te dice que la comunicación es vital con los demás, pero lo que no dicen es que igual de importante es la comunicación con nosotros mismos, ya que los principales enemigos para alcanzar lo que deseamos son nuestras autolimitaciones.
Conocerse a uno mismo facilita enormemente el camino para alcanzar lo que queremos.

No olvidemos que no hay otra persona en el mundo con la que vayamos a pasar más tiempo en esta vida que con nosotros mismos. Debemos conocernos, hablarnos, comprender lo que sentimos y por qué lo sentimos, escucharnos de vez en cuando, pasar mucho más tiempo solos y disfrutar de esos momentos.
El estar solo no debe suponer un aburrimiento, sino un momento perfecto para reflexionar, pensar en aquellas cosas que nos preocupan y qué soluciones vemos factibles.

Es muy importante tener una vida social activa, pero es igual de importante disfrutar de los momentos que estamos solos y aprovecharlos para conocernos mejor a nosotros mismos y saber gestionarnos.

"Conocer a otros es INTELIGENCIA, conocerse a sí mismo es verdadera SABIDURÍA. Dirigir a otros es FUERZA, dirigirse a sí mismo es verdadero PODER"    Lao Tze