En el anterior artículo sobre el miedo, El Miedo (capítulo 1 - ACEPTACIÓN) , vimos la importancia que tiene aceptar que los miedos aparecen y que la única manera de que no aparezcan es precisamente aceptar que deben aparecer.
En el capítulo de hoy vamos a ver con naturalidad más aspectos del miedo.
Para empezar es muy importante ser honestos con nosotros mismos y reconocer nuestros miedos. Muchas personas nunca superan sus miedos porque no se atreven a admitirlos. Se sienten incómodas e incluso avergonzadas admitiéndolo y que los demás puedan pensar que es una persona débil.
Hace no mucho tiempo escuché a mi abuela decirle por teléfono a una amiga suya, "es que Jaime es muy miedoso y por eso no va al hospital a ver a su tía Amparo". En el momento que lo escuché es cierto que sentí cierta vergüenza ya que la imagen que parecía proyectar sobre mí era de un "cagao" un "miedica". Realmente no había ido a ver a la señora de 84 años porque estaba en periodo de exámenes y quería esperar a tener un día con más tiempo, pero mi abuela ha vivido mis procesos de ansiedad desde hace tiempo lo cual le ha proyectado una imagen de mí de ser miedoso a ciertos temas.
Aunque es cierto que no me apasionan los hospitales, por supuesto fui a ver a mi tía. Al principio me generaba cierta ansiedad, acepté que tenía que estar allí y una vez en la habitación con ella me dije "ves como no es para tanto". De todo lo que había anticipado de miedos irracionales no había sucedido nada.
Lo que quiero decir con esta historia es que no hay que avergonzarse de que unas cosas nos generen más miedo que a otras personas. En mi caso, a mí no me genera miedo pelear entrenando con un tío que me duplica en tamaño, pero a otras personas sí.
Realmente todos tenemos miedos, hasta cualquier valiente caballero que peleó y se hizo un héroe en tiempos pasados tenía miedo. La diferencia es la gestión de ese miedo. El caballero acepta que va a pasar miedo, e incluso en vez de miedo le llama "estar preparado" (gracias Aida), y se ayuda de éste para vencer.
La persona realmente fuerte es la que es honesta consigo misma. Lo digo por propia experiencia, yo me he estado engañando durante años. Sentir miedo es natural, como sentir hambre o sed, y nunca he visto a nadie sintiendo vergüenza de tener hambre o sed.
Todos conocemos personas que dicen no tener miedo a nada y finalmente resulta que o estaban confundidas o eran unas mentirosas redomadas. Decir que no sientes miedo es como decir que no sientes hambre, amor u odio. Todo el mundo experimenta emociones y el miedo es de las más fuertes y primitivas.
El miedo surge ante la perspectiva de un conflicto o peligro, es un mecanismo de defensa natural que nos ayuda a sobrevivir en situaciones de vida o muerte. El problema esque el cerebro no sabe diferenciar las distintas clases de enfrentamiento. Si presentimos un peligro tangible (una pelea callejera para defenderte de un atracador), nuestro cerebro segrega adrenalina para optimizar la reacción. Si presentimos un peligro intangible, como un examen de la universidad, una charla en público, donde no es posible un forcejeo físico, el cerebro actúa de la misma forma.
Cuando empecé a entrenar en el mundo de las artes marciales, me convencía a mí mismo de que no tenía ningún miedo a mis adversarios y que lo único que me interesaba era coger nivel suficiente para que mi maestro me dejase competir contra ellos. Realmente lo que me pasaba era que el mero pensamiento de que tenia que pelear muy duro contra ellos me causaba angustia, lo cual hacía que segregase adrenalina poco a poco durante la semana, semanas e incluso meses que estuve preparándome. Esta anticipación tan prolongada se traducía en noches en vela y una reducción de mi apetito. En esas condiciones perdía peso y entraba en un proceso depresivo. Me veía inmerso en una espiral descendente, el hecho de no poder dormir y no poder comer tenía que ser porque estaba realmente mal. Al tener tan bajas las defensas mi rival interno, el que constantemente me genera miedos, iba cogiendo más fuerza. Con el tiempo llegué a estar tan harto que estuve apunto de llamar a mi maestro y decirle excusas tontas para no tener que pelear.
Posiblemente muchos de vosotros os estéis sintiendo identificados, ¿cuántas veces la angustia provocada por un futuro enfrentamiento te ha hecho eludir ciertas situaciones y te ha hecho fabricar una excusa para justificar tu ausencia?
El reconocimiento de tus temores es el primer y más importante paso para superar tu miedo. Si no eres honesto contigo mismo, no podrás subir ni si quiera el primer escalón de tu camino al éxito, ni tampoco permanecer en él.
Sé que no es fácil. Si lo fuese todo el mundo sería cinturón negro de Kung fú, tendría un cochazo, un puesto de trabajo de ensueño y viviría con una pareja perfecta. Pero el camino para conseguir nuestros objetivos radica en ser honestos y reconocer los miedos que tenemos, para así poder vencerlos.