Fausto era un chico de 25 años afincado en una bonita ciudad Española, estudiante universitario con una vida muy tranquila y envidiada por mucha gente. Tenía un grupo de amigos con los que salía frecuentemente, una familia a la que quería y con la cual tenía buena relación , un hogar con el que convivía con sus padres y hermanos, y unas actividades tanto deportivas como de ocio a las que acudía regularmente durante varios días a la semana desde hacía ya años. La universidad le dió la oportunidad de marcharse al extranjero becado y vivir un conjunto de experiencias que ni él mismo iba a poder imaginarse antes de partir .
El país de destino era completamente diferente al suyo. La cultura, el idioma , las personas y un largo etcétera no tenía nada que ver con lo que el conocía. Al principio de su estancia él veía el salir a la calle y hacer una mísera fotocopia en blanco y negro, un reto increible, por el simple hecho de no saber comunicarse en cuanto apenas con esa gente. Cada nuevo día era un día completamente misterioso, nunca sabía con certeza qué iba a pasar, qué cosas nuevas iba a encontrar y a qué personas nuevas e interesantes iba a conocer.
A lo largo de las semanas Fausto se iba adaptando a su nuevo "hogar" . Él sabía que su estancia no iba a durar más de un año pero se sentía completamente atraído por aquello, y cada día intentaba descubrir más y más , planteándose nuevos retos y absorviendo todo lo que esa gente y ese país estaban dispuestos a ofrecerle. Pasado un tiempo considerable Fausto gozaba de total libertad. Vivía solo en un piso que había pagado la beca universitaria, había conocido a una chica que también estaba en el país de viaje de estudios y de nacionalidad Húngara, cuyo nombre era Sofía. Se habían enamorado perdidamente el uno del otro y hacían vida juntos como cualquier pareja.
Fausto y Sophia tenían muchas cosas en común , entre otras muchas cosas lo que más les podía unir era el hecho de vivir en un país tan distinto a los suyos y que tanto les apasionaba.
El tiempo pasaba más rápido de lo que Fausto hubiera deseado. Llevaba tras de sí una serie de experiencias vitales inimaginables, le daba la sensación de haber vivido en 10 meses más experiencias que en toda su vida junta y aunque desease ver a su familia y amigos ,empezaba a verse muy integrado en la vida que había construido junto a Sofía en aquel país tan exótico. Llegado el momento de partir cada uno a su país de origen , ambos decidieron que era el momento de decirse adiós pero no despedirse para siempre. El adiós era casi obligatorio, puesto que ambos tenían que finalizar sus carreras en sus países de origen pero querían dejar una puerta abierta al futuro.
Fausto llegó a España muy contento y muy feliz por ver de nuevo a toda esa gente que hacía 365 días que no veía . A medida que iban pasando las horas, los días y las semanas Fausto vió como todo estaba completamente igual que lo había dejado. Volvía a dejar de vivir solo para regresar a su cuarto en el hogar de sus padres , la ciudad pese a pequeños matices estaba idéntica... mismo tráfico, mismo ruido , mismo color... dejando de lado aquella ciudad distinta y mágica en la que había vivido.
Sus amigos seguían con las conversaciones de siempre, algunas veces entretenidas pero en su gran mayoría aburridas y monotemáticas... ¿dónde estaban aquellas personas con mentalidades tan distintas que le habían hecho aprender e interesarse tanto por temas tan variados?
El horario de sus actividades deportivas no había cambiado ni un ápice, los lunes miércoles y viernes de 19:00 a 21:00 horas ya sabía lo que tenía que ir a hacer, dejando de notar ya la llamada del descubrimiento de nuevas actividades distintas que hacer.
Fausto se iba poniendo triste poco a poco. Echaba de menos a Sofía, su sonrisa , sus ganas de vivir nuevas experiencias y su compañía. Su mente no paraba de decirse a sí mismo "estoy cansado de esta mierda" . Para Fausto su vida era monótona, sus actividades predecibles, bajar a hacer una fotocopia no era ningún reto, sus amigos cansinos y monotemáticos, su libertad acotada por la conviviencia con su familia y el "frenazo vital" algo que le amargaba profúndamente por dentro.
Podemos observar en la historia de Fausto algo que comunmente pasa con todas aquellas personas que tienen la oportunidad de retarse a sí mismas y que por circunstancias de la vida dejan de hacerlo .
La mayoría de nosotros hemos pasado momentos muy tristes cuando hemos añorado tiempos mejores, pero esos tiempos que eran mejores, lo eran, por circunstancias que no hemos parado a pensar.
En el caso de Fausto la comparación entre su vida en el extranjero y su vida en España era abrumadora, y lo era porque los retos que suponían vivir solo, enfrentarse a la calle y al idioma, conocer gente tan distinta y convivir con una persona tan increible como lo era Sofía , conseguían hacerle ser feliz.
El hombre necesita retos constantes de mayor o menor intensidad dependiendo de la persona, porque logran activar en él una parte del cerebro que nos hace sentir bien, nos hace sentir productivos y útiles en esta vida , y unos de los factores más importantes para la autoestima (escribiré pronto sobre ésta) es que al finalizar el día y nos acostemos, sintamos que ese día ha sido especial y un día en el que hemos aprendido cosas nuevas, hemos hecho cosas nuevas , conocido a nuevas personas y al final y al cabo un día que haga sentir que nos estamos realizando como personas.
La solución para Fausto y lo que deberíamos plantearnos todos nosotros es ¿realmente tengo retos en mi vida? ¿bajar con mis amigos un rato supone un reto para mí? ¿ ir a mi gimnasio de toda la vida a hacer la misma actividad año tras año , es un reto para mí? ¿hacer lo mismo de siempre supone un reto para mí?
No es un reto para tí. Ponte nuevas metas a alcanzar , entre otras algunas difíciles que supongan un gran reto... Entonces y solo entonces, notarás como tu vida despega de esa monotonía y hace que te sientas más realizado y te quieras más a ti mismo.
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