Katie era una ejecutiva de éxito de 45 años, que tenía una de las empresas más ricas de Holanda, cuya facturación anual era de 60.000 millones de € las mayores de todo el país. Katie como era de esperar era una mujer muy ocupada, apenas tenía tiempo para nada y gran parte de su tiempo libre lo dedicaba a temas de su empresa.
Esta empresa por hacer un símil sería como el Corte Inglés o unos grandes almacenes, con más de 50.000 empleados. Dentro de sus instalaciones albergaba a pequeños negocios que vendían también sus productos. Uno de esos comercios era WK-Glasses una óptica con una trayectoria envidiable, así que no tardó el equipo directivo de Katie en recomendar la compra de esta pequeña óptica que se extendía ya por bastantes sitios.
Pues bien, pese a que la facturación de esa pequeña empresa fuese ridícula comparada con la de otras empresas y pese a que cualquiera de sus directivos podría gestionar las operaciones de compra, Katie asistió y dirigió todas las reuniones que se hicieron. Pero, ¿cómo podía ser que una mujer presidenta de una corporación tan sumamente enorme dedicase tanto tiempo (30 reuniones) a un asunto que por envergadura apenas tenía trascendencia?
La respuesta es que Katie era extremadamente ambiciosa y disfrutaba haciendo crecer a la empresa que ella lideraba, fuese cual fuese la operación. Su ambición no era la de ganar más y más dinero, sino la de hacer avanzar a su empresa en todas las direcciones posibles.
Hoy no me apetecía escribir una historia larga ya que todos entendemos más o menos qué es ser ambicioso. Eso no quita que haya sido fiel a mi estilo escribiendo un pequeño ejemplo de una persona ambiciosa con mucho éxito para ver la relación existente entre una cosa y otra.
Pese a que la ambición muchas veces se relaciona con conceptos negativos, creo que es fundamental que todos y cada uno de nosotros tengamos un mínimo de ambición en la vida. En el blog tratamos de ver qué aspectos pueden ayudarnos a desarrollar todo nuestro potencial y sacar lo mejor de nosotros mismos y creo que un pilar necesario es el de la ambición.
En esta vida para mí, tener éxito siempre va relacionado con una dosis de ambición. Cuando nos marcamos una serie de objetivos ya sea en una sesión de coaching, o simplemente pensando para nuestros adentros, vamos a necesitar ambicionar con todas nuestras energías esos objetivos. Sin ese toque de ambición es complicado salir de las situaciones de incertidumbre que aparecen por nuestro camino, o asumir los riesgos necesarios para avanzar o superar los fracasos que seguramente vayan aconteciendo.
La ambición de cada uno es diferente a la hora de conseguir unas metas, para uno la ambición será el dinero, para otro triunfar y ser famoso, para otro estar integrado en un grupo social, para otro tener más tiempo libre...y un largo etcétera. Siempre tenemos la posibilidad de ser conformistas y no ser ambiciosos, pero bajo mi punto de vista el no prosperar y no hacer cosas nuevas y distintas, va en contra de cualquier desarrollo personal. Así será imposible sacar todo nuestro potencial.
Creo firmemente en que la ambición, sana y equilibrada, nos puede aportar la chispa o la energía suficiente para lanzarnos a conseguir nuestros objetivos. En este blog hablamos mucho de la importancia de fijarse unos objetivos y luchar por conseguirlos pese a los obstáculos que nos vayamos encontrando por el camino, pues señores seamos un poco más ambiciosos, pongámonos metas realistas pero no nos conformemos con poco.
Para tener éxito, y no me refiero a éxito solo profesional, sino a éxito en conseguir nuestras metas, debemos ser ambiciosos y poco conformistas. Dicho esto, un exceso de ambición puede producir infelicidad, por lo que seamos cautos y démosle a la vida un toque ambicioso pero sin pasarse.
¡Hasta pronto!